¿Afecta la demencia a la vista?
- giovannidicosmo
- hace 16 horas
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Desentrañando la conexión entre el cerebro y la visión
Para muchas personas, la demencia es sinónimo de pérdida de memoria . Sin embargo, se trata de un síndrome complejo causado por trastornos progresivos que afectan al cerebro, y sus efectos pueden ir mucho más allá de la cognición. Un área crucial que a menudo se pasa por alto es la visión .
La demencia no suele dañar los ojos en sí, sino las partes del cerebro responsables de interpretar la información visual . Esto provoca dificultades en el procesamiento y la percepción visual , lo que puede resultar muy confuso para la persona afectada y sus cuidadores. Además, es importante señalar que muchas afecciones oculares comunes relacionadas con la edad también coexisten con la demencia, lo que complica aún más la situación.
1. Discapacidad visual cerebral: El problema está en el cerebro
La forma más significativa en que la demencia afecta la visión es provocando una afección conocida como deterioro visual cerebral (DVC) o problemas perceptivos . En este caso, el ojo puede estar perfectamente sano y tener una excelente agudeza visual, pero si el cerebro no puede procesar correctamente las señales, la persona seguirá experimentando graves problemas de visión. Es una desconexión entre «ver» y «comprender».
Estas dificultades surgen de la degeneración progresiva o el daño a las neuronas en las partes del cerebro —en particular las regiones corticales posteriores (los lóbulos occipital y parietal)— que procesan la información visual y la conciencia espacial.
Problemas clave del procesamiento visual en la demencia
Pérdida de la percepción de profundidad (estereopsis): dificultad para calcular la distancia a los objetos o los cambios de elevación. Esto puede provocar caídas, dificultad para subir y bajar escaleras, no alcanzar una taza al intentar cogerla y ansiedad en las escaleras mecánicas.
• Sensibilidad al contraste reducida: dificultad para distinguir entre objetos y su fondo cuando los colores o tonos son similares. Por ejemplo, dificulta ver alimentos claros sobre un plato claro. También puede dificultar la lectura de texto negro sobre un fondo oscuro.
Desorientación visuoespacial: dificultad para comprender la relación entre los objetos en un espacio. Esto aumenta el riesgo de perderse en entornos familiares, tropezar con muebles o marcos de puertas y calcular mal las distancias al caminar o conducir.
Agnosia (dificultad para reconocer objetos o rostros): dificultad para reconocer objetos, personas ( prosopagnosia o ceguera facial) o lugares familiares, incluso aunque se puedan ver físicamente. Esto puede manifestarse al confundir un perchero con una persona o al no reconocer a un familiar cercano.
Acinetopsia (ceguera al movimiento): incapacidad para percibir el movimiento fluido, viéndolo como una serie de imágenes fijas. Esto dificulta seguir vehículos en movimiento o una conversación en un entorno concurrido.
Sensibilidad a patrones y reflejos: Mayor incomodidad o confusión ante superficies brillantes, estampados complejos o luz intensa/reflejos. Los suelos brillantes pueden percibirse como mojados o como un reflejo molesto, mientras que las alfombras estampadas pueden parecer un agujero en el suelo o una superficie en movimiento.
2. Atrofia Cortical Posterior (ACP): La demencia con inicio visual
Una forma específica y poco frecuente de demencia, la atrofia cortical posterior (ACP) (a veces conocida como síndrome de Benson o la variante visual de la enfermedad de Alzheimer), se caracteriza a menudo por problemas de visión como los primeros y más prominentes síntomas , a veces años antes de que se produzca una pérdida de memoria significativa. La ACP daña principalmente la parte posterior del cerebro (los lóbulos occipital y parietal), que son centros clave para el procesamiento visual y espacial.
Los síntomas de la PCA son una manifestación exacerbada de las dificultades de procesamiento visual mencionadas anteriormente y pueden incluir:
Simultanagnosia: Incapacidad para ver más de un objeto a la vez. La persona puede ver solo un árbol, pero no todo el bosque.
Ataxia óptica: Problemas de coordinación ojo-mano, donde la persona no puede alcanzar o señalar con precisión un objeto que puede ver.
Apraxia oculomotora: Dificultad para mover voluntariamente los ojos para seguir un objeto o una línea de texto.
Las personas con PCA suelen visitar repetidamente a optometristas y oftalmólogos en las primeras etapas, creyendo que el problema reside en sus ojos, lo que lleva a un diagnóstico erróneo y a un retraso en el tratamiento de la demencia.

3. La coexistencia de enfermedades oculares y demencia
Es fundamental tener en cuenta que la demencia es más frecuente en adultos mayores, quienes también son más propensos a padecer afecciones oculares relacionadas con la edad. Para una persona con demencia, sufrir tanto deterioro cognitivo como pérdida de visión por una enfermedad ocular puede aumentar significativamente la confusión, la desorientación y el riesgo de caídas .
Entre las afecciones oculares comunes que suelen presentarse junto con la demencia se incluyen:
Cataratas: Opacidad del cristalino del ojo, que provoca visión borrosa, dificultad para ver con poca luz y disminución de la viveza de los colores. La cirugía de cataratas suele ser muy exitosa y puede mejorar notablemente la calidad de vida de una persona y reducir la confusión.
Degeneración macular asociada a la edad (DMAE): Daño en la parte central de la retina que provoca una pérdida de la visión central, lo que afecta a tareas como la lectura y el reconocimiento de detalles finos.
Retinopatía diabética: Daño a los vasos sanguíneos de la retina causado por la diabetes, que produce visión borrosa o con manchas.
Además, algunos estudios han sugerido una relación entre ciertas afecciones oculares (en particular, cataratas y retinopatía diabética) y un mayor riesgo de desarrollar demencia . Si una causa la otra, o si comparten factores de riesgo biológicos comunes (como inflamación o cambios vasculares), es objeto de investigación continua.
4. Apoyo práctico y adaptaciones ambientales
Comprender las dificultades visuales que afronta una persona con demencia es el primer paso para brindarle un apoyo eficaz. Dado que los problemas de visión tienen su origen en el cerebro, las adaptaciones del entorno suelen ser las intervenciones más exitosas.
Maximiza el contraste: utiliza colores de alto contraste para los elementos importantes; por ejemplo, un plato oscuro sobre un mantel individual claro. Esto ayudará a compensar la sensibilidad reducida al contraste y la mala percepción de la profundidad.
Simplifica el entorno: elimina el desorden innecesario, los patrones recargados o los objetos que puedan interpretarse erróneamente. Menos información visual facilitará que el cerebro procese los elementos más importantes.
Mejora la iluminación: Asegúrate de que haya una iluminación brillante y uniforme en toda la casa para minimizar las sombras confusas y los rincones oscuros que pueden parecer agujeros. Esto ayudará a mitigar las sombras, que pueden interpretarse erróneamente como obstáculos.
Reduzca el deslumbramiento: utilice persianas o cortinas para suavizar la luz solar directa y evite superficies demasiado brillantes o reflectantes (como suelos muy pulidos o espejos grandes). Esto ayudará a reducir el dolor y la desorientación causados por la sensibilidad a la luz.
Revise su vista con regularidad: los exámenes oculares regulares y adaptados garantizarán que la graduación de sus gafas esté actualizada y comprobarán la salud de sus ojos.
Vivir con demencia
Una persona con demencia puede percibir su entorno de forma distorsionada, lo que le provoca confusión y, posiblemente, miedo. Al abordar tanto los problemas de salud ocular subyacentes como al adaptar el entorno para mitigar el deterioro visual cerebral, los cuidadores y los profesionales sanitarios pueden marcar una diferencia significativa en su vida diaria, su seguridad y su bienestar.



